Después de degustarnos con los placeres de la comida (tanto de plástico como de verdad) y de ver un punk japonés en 3:39, entramos en un purikura, una especie de máquina fotomatón muy popular entre las gyarus (incluso se ven las fotos que han hecho) donde después puedes editarlas (desde meter un fondo en la foto hasta dibujar o escribir en la misma).
Dos minutos más tarde vemos en primer indicio de que la cultura española cala muy hondo entre los nipones; pues acuden a un bar donde el propietario habla español y prepara nuestra comida popular (jamón, tortillas de patata).
Gracias a los reporteros, visitamos la casa de nuestra guía, donde podemos ver que es minúscula. Qué agobio.
Al poco tiempo nos acercan a un monasterio sintoísta, muy tranquilo y místico para uego nos explicarnos que hay bares para todo tipo de gente (desde punks (con cartel de sex pistols) hasta el rincón flamenco Nana o el restaurante Sant Pau, de degustación catalana.
Empezamos la cuarta parte del video con los pescadores, donde reparten y cortan el pescado para luego venderlo.
También nos topamos, casi al final del ideo, una maratón, que después de esta, encontramos a un grupo de japoneses haciendo botellón en pleno Tokio. Supongo que será ilegal pero tiene gracia xD.
Estamos ya casi al final del reportaje y nos movemos hacia una familia medio japonesa medio española (española casada con un japonés) con dos niños pequeños y nos revela el arquetipo que tienen de nosotros este país: fiesta y siesta. La verdad, no es ninguna novedad, todos los extranjeros piensan lo mismo.
A mitad del video, vemos los famosos hoteles, similares a los nichos, pero equipados con televisión, radio, calefacción…El hombre que está ahí, pide ver porno y aunque es un poco asqueroso, vemos que está censurado; pues en Japón está prohibido mostrar el pene de los hombres. Una ley machista y estúpida, pero Japón es así.
Seguramente os preguntaréis porqué aún no ha salido el barrio trendy por excelencia: SHIBUYA. No es hasta el final de esta parte que no podemos observar la cantidad de carteles de neón, gente (aparecen varias gals) y luz que tiene.
En la última parte visitamos la colina del amor, una calle plagada de Love Hotels, cada cual con sus particularidades para satisfacer las fantasías de l@s usuari@s (por ejemplo habitaciones temáticas, con vestimenta incluido (hace gracia ver al Pato Donald en el espejo) y demás parafernalia.
Kabuki, es el último barrio que visitamos, donde nos enseñan los Host Hotels (tanto chicos como chicas), donde la gente acude en busca de compañía, pero no tiene porqué tener connotación sexual alguna.
Fin D: